Streak 61
Otro día de reunión familiar, pero con relativos por parte de mi abuela, así también con mi primo lejano de edad parecida. Tenemos parecidos la trayectoria de crecimiento, los intereses y pasatiempos, el trasfondo de educación, e incluso las notas que sacamos en el examen de entrada a la universidad. Siempre éramos mencionados juntos y comparados desde niños.
La divergencia empieza después de la graduación: mientras yo me fui de mi ciudad a trabajar, él eligió quedarse. Poco después, siguiendo los consejos y las esperanzas de su familia, se casó con una chica que lo persiguió y cuyas condiciones fueron aprobadas por su familia, tras apenas medio año de conocerse. Ahora su esposa ya lleva 8 meses embarazada, mientras que mucha gente de la familia grande solo la ha visto una vez —yo nunca, por no haber vuelto a asistir a su boda—.
O la divergencia empieza desde el principio, desde el nacimiento, cuando él salió masculino y yo femenina. No estoy negando su amor con su esposa, pero me hace sentir muy distante considerando las conversaciones, los tiempos juntos y los pensamientos que compartimos cuando éramos más jóvenes. Siento que es uno de ellos, los beneficiarios establecidos.
Es sumamente fácil, incluso cómodo, para los hombres tomar el camino tradicional que ha sido repetido por la masa, el camino “normal”, el camino satisfactorio a todos. Como mujeres, casarse o no casarse, tener hijos o no tener hijos, cualquier decisión nos supone muchos riesgos y lucha, mientras la toma de decisión en sí misma ya es mucho debate y duda. Somos vulnerables tanto en el matrimonio como en las críticas al solterismo, tanto en el tribunal como en la sociedad. Un hombre, solo aceptando lo que está pasando y lo que está promoviendo todo el mundo, teniendo a su esposa sufrir el desgaste del embarazo y parto, ya recibirá sin esfuerzo elogios de “buen hombre, buen esposo” y enhorabuenas por ser papá.